jueves
48ª Estado de Guerra
He estado recordando otra vez, a veces debo hacerlo y cada vez que miro hacia atrás voy viendo con más claridad en la barbaridad de sitio que he estado durante años. En vez de atenuarse con el tiempo las características destructivas de la secta, estas se ven aun con más claridad. Normalmente cuando estás dentro tiendes a ocultar, tapar o justificar cosas malas que notabas pero que no incorporabas a un razonamiento que sirviese para alejarse de allí. El líder hábil y astuto ha tejido una red de culpa, deber y ha atacado tanto tu autoestima que todo pensamiento en contra de él como si de un programa mental autónomo se tratase deriva en que todo al final es culpa tuya.
La mente ahí entra en una guerra, hay dos mentes, una lucha feroz.
Una de ella quiere escapar y salir, la otra no hace mas que argumentar en contra. Sin que aun lo sepas y con el tiempo lo verás, vas notando y sufriendo las consecuencias de haber sido programado.
El estado de guerra antes de la rebelión final es necesario, es una etapa oscura pero en la que tienes una fuerza que ni te imaginabas que tenías. Vas viendo que estas solo y en mi caso una especie de rabia iba creciendo en mi. La agresión de la entrevista del abismo y mi hundimiento inicial en vez de aplacarme fueron teniendo un efecto contrario.
Me quedaba aun una última entrevista con el líder. Estamos hablando ya de los meses finales en la secta, en ese año todos los hombres debían hacer los cambios finales. Mi asunto aun no estaba finalizado y había que rematarlo con esa entrevista necesaría según él.
Fue un día entre semana, yo fui a desgana y sufría ya mucha ansiedad y tenía miedo. Sabía que la guerra había comenzado, estaba empezando a despertar, breves destellos de luz a veces venían a mi mente.
El caso es que me puse una "coraza psíquica" para aquello, me concentré mucho, esta vez no me iba a hundir, esta vez no, no, no...repetía una y otra vez en mi interior...estoy solo, solo, soy como una isla, yo decidiré yo, yo y no tú....yo.
Cuando entre en su casa, el líder estaba claramente tenso, le note nervioso y quizás miedo (a veces puede fingir cosas para dar pena).
Nada más entrar por la puerta y sentarme en el cojín él empezó:
"Tienes vanidad, tu problema es la vanidad, vanidad, mucha vanidad...eso es lo que te quita la virilidad, es por la vanidad..."
La guerra había comenzado, me volvía a hundir otra vez, fue una buena andanada:
"Para poder salir de la vanidad debes dejar de estar contacto con la gente del mundo del anticristo, del gimnasio con esos maricones que te producen vanidad...así que del trabajo a tu casa y de tu casa al trabajo..."
Mas andanadas, tenía que aplastarme, y la verdad que me estaba sintiendo mal, muy mal, hundiéndome en la oscuridad otra vez.
Y dije yo : -¿Entonces no puedo entrenar?
-No, te produce vanidad...
Realmente estaba apunto de claudicar, pero hice algo...
entonces dije:
-¿Y que pasa con ese proyecto de artes marciales que era para mi
( me refiero a los primeros años de la secta, la época del "guerrero").
- Buenooo... es que dependiendo de las vanidades del momento hay proyectos que hacer pero después no es lo conveniente...(estaba él un poco nervioso)
-Y le dije: Pues por esa misma regla de tres si te equivocaste antes te puedes equivocar ahora así que me voy, ¡me largo! (le alcé la voz).
La guerra estaba ya en su punto álgido, y en el acto sabía que ya estaba en un estado de rebelión. Me fui de allí, él me abrió la puerta y me marché.
Aun no me podía ir de la secta, el deber del proyecto espiritual de construcción de aquello tan importante para la humanidad me tenía atado. Si eso fallaba todo podía irse al carajo, era una secta muy apocalíptica, yo estaba pasándolo muy mal.
Seguí unos meses ayudando y empecé a entrenar otra vez por mi cuenta y en el gimnasio, desobedeciendo al líder.
Cuando el líder vino una vez al local de trabajos yo le miraba d frente desafiante, él lo sabía, me había convertido en un problema, y él se puso en esos meses muy suave conmigo. Me daba las gracias por mi ayuda, que yo era necesario, cuando iba a su casa a llevar algún mueble el se quedaba en la habitación tosiendo sin salir a verme...muy malito. Que pena ¿no?, pues no, noté que era una trampa, ya no me fiaba de él.
Si en aquella reunión, yo hubiera claudicado no estaría escribiendo esto, hubiera hecho los cambios, lo hubiera dejado todo. En esas dos fatales reuniones me acuso de todo, lo resumo:
Estar en abismo del pecado, estar integrado en la modernidad, creerme que mis perros y gatos son "especiales" como los suyos y que por tanto son enviados por Dios, tener vanidad, creerme que soy un oniromante (interpretador de sueños), creerme que soy un maestro, no tener virilidad, tener hábito auto-engañarme, ser débil, no ser sincero...
Estar en rebelión implicaba estar en el 10º de soberbia, lo sabía, y aunque podía justificarme en algunas cosas, la realidad que estaba en guerra con él pero sobre todo conmigo mismo.
Pasarían todavía unos meses antes irme definitivamente y aun le quedaba una andanada final al líder, lo contaré en otro capítulo.
Después es esto solo me quedaba un camino de sufrimiento para finalmente salir de allí, no es fácil salir de una secta.
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