sábado
62ª Los Misterios de Iniquidad
Hago una parada de los capítulos sobre mi salida de la secta. Hay algunas cosas que contar.
Esto ocurrió también sobre los últimos años de mi estancia en la secta. Después de la etapa budista cuando la gran ramera ya estaba bien asentada junto a los grados de soberbia de San Bernardo y más cosas sacadas de la religión cristiana, bueno más bien, mal sacadas de contexto.
Me acuerdo que el líder nos contó lo malo que era este mundo. Él puso de ejemplo a un directivo importante de un gran club de fútbol español. Bueno, según el líder, este directivo era de una enorme maldad. El líder observador de detalles como nadie que he conocido, vio que este desgraciado nunca cambiaba la expresión de su rostro. Era frío como el hielo, sin corazón. Era un ejemplo de iniquidad absoluta. La maldad institucionalizada, aceptada, alabada...Un hombre sin vida interior y premiado por este mundo satánico. Y con él una sociedad entera que lo tenía como paradigma de triunfador.
No voy yo a decir que en la realidad me guste ese hombre, es más, creo que mucha gente que llegan a esos puestos son un dechado de maldades, mundanos como ellos solos y muy ambiciosos.
Pero la sensación cuando el líder hablaba de la iniquidad era terrible. Realmente tenía un enorme poder de convicción, y se creaba una atmósfera de oscuridad, soledad y aspereza muy grande siempre que hablaba sobre temas duros.
Él decía que la realidad es así y que nos parece dura por nuestras debilidades y por habernos integrado en la modernidad. Y la verdad encima de que era todo muy deprimente te sentías fatal por no haberlo visto antes tu mismo.
Había comenzado según él el estudio de los misterios de iniquidad.
Ahora que lo pienso, que bien se sentiría dándoselas de estudioso de los misterios de la escrituras, que rimbombante todo y cuanto ego desplegaba. Pero realmente hasta ahora es lo único que habíamos hecho, porque vamos, después de todo, estábamos hartos de escuchar enseñanzas sobre la maldad. Eso sí, el directivo ese me sigue sin caer bien, tiene una cara horrible y parece mala persona. Que se vaya a la secta unos días, un poco de caña sectaria no le vendría mal...demasiado poder, cenas y dinero. ¡Que le den a los dos!, ja,ja...
61ª Doble vida.
A duras penas la relación con mi novia se mantuvo. Ella tenía familia, que además de alguna manera echaron lazos conmigo y eso ayudo mucho a todo.
La cosa iba en serio y si el día terrible del ataque de angustia y de demonios no pudo parar la relación, yo me veía mas decidido a mantenerla, de alguna manera había cruzado una línea y ya parecía no haber vuelta atrás. Ahora bien, yo me sentía con doble vida, no pensaba decirle nada al líder, de hecho tuve que recurrir a esperanzas como: ella es espiritual, tiene un camino...ect y por tanto si puedo salir con ella.
A esa idea me aferré con fuerza, y eso que al mismo tiempo sabía perfectamente que si se lo decía al líder me diría que la dejase.
Todo era doble, por un lado estaba haciendo lo correcto, por otro lado sabía que no.
Pero todo este hecho de la relación estaba entrelazado con la vida sectaria. Por ejemplo la expulsión de Ralph ocurrió cuando yo ya estaba con ella, y seguía teniendo reuniones y deberes sectarios. Por supuesto a mis compañeros no les contaba nada y eso aumentaba más esa sensación de doble vida, de no ser sincero, me sentía un mentiroso y culpable mientras al mismo tiempo creía cada vez más en mi y en mis decisiones.
Me obsesioné con que ella practicase regularmente su religión, la católica. El hecho de que ella admirase al Cristo de su cofradía me ayudo mucho a pensar así. La pobre se tuvo que tragar muchas advertencias por mi parte sobre los peligros de la modernidad. Ella aguantó mucho, y realmente si no me hubiese querido la relación se hubiese roto. El adoctrinamiento sectario estuvo a punto muchas veces de cargarse la relación de pareja, era muy difícil y yo me sentía con una enorme responsabilidad al mismo tiempo que un traidor. Todo era doble...aparentemente dos vidas, pero en la realidad seguía estando dentro de la secta.
A ella solo le dije durante unos años que tenía un linaje y unos deberes, pero sin dar nombres ni sitios. Lo respetó, eso ayudo también, una oposición en esos momentos sería fatal, agudizaría mucho las fobias contra la mujer moderna.
A ella le dije que se confesase a un sacerdote y que fuese a misa semanalmente. Este hecho fue importante pues a mi manera le hice una encerrona al líder con esto más adelante. Pero de eso hablare en capítulos posteriores.
Pecador y virtuoso, así me sentía...el décimo grado de soberbia revoloteaba en mi mente, siempre presente el miedo al castigo divino.
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