viernes
52ª La Ambición de Ser
El líder nos señalaba en muchas ocasiones y en muchas reuniones de enseñanzas nuestra soberbia. Nosotros según él teníamos ambición de ser, queríamos ser maestros espirituales y ya algunos de nosotros habíamos caído en la tentación de llegar incluso a imitarlo o copiarlo en alguna de sus facetas.
Lo gracioso de todo esto, aunque en su momento era algo muy desagradable, es que en realidad si lo estuviésemos imitando sería imitar a ya de por si un imitador, pues recordamos que él no es un maestro, ni enviado, ni nada por el estilo, más bien es un ser muy mundano.
Una cosa que pasaba allí es que no se podía disfrutar de tu estatus normal o de lo que hacías antes de entrar allí o lo que hacías de nuevo allí. Todas las profesiones eran denostadas inferiores por pertenecer a la casta artesanal o a la casta de los siervos. Por lo tanto te sentías mal. Además si encima no podías ejercerlas bien porque la gente del mundo moderno eran del mundo del anticristo, no había disfrute sino tan solo el deber en el trato profesional y distante con los otros.
Y si encima, él repite una y otra vez casi de forma obsesiva lo que es ser un maestro, la idea de ser un maestro no se te quita nunca por el hecho claro de que resultaba ser la única manera de hacer algo que merezca la pena. Todo lo demás era de casta inferior y debía estar sujeto siempre a una autoridad de una casta superior, o sea, la suya.
Con esta trampa mental había que vivir el día a día, y es normal, que alguna comparación y competición constante surgiera entre nosotros. Pero para nada era como él lo pintaba, en vez de ser algo gratificante, estaba hecho de dolor y sufrimiento: si te lo quitan todo, si ya no te sientes bien con lo que de por si eras, buscas otra cosa de forma automática. Y cuando buscas crecer, avanzar o perfeccionarte ello te lleva a ser acusado de soberbio, él siempre gana.
Maquiavélico y perverso, el acusador siempre tenía un as en su manga para hundirnos a todos. Él disfrute de ver desde una atalaya de autoridad usurpada y falsa como nos hundimos y luchamos por una meta "ideada" debe ser enorme para un sádico como este.
La sensación de ser un inútil estaba constantemente en nuestra mente. Cuando salí de allí empecé a disfrutar otra vez de mi profesión natural, y la verdad fue un alivio. Una profesión con sus gratificaciones y dificultades, pero sin ese dolor de la comparación constante y de una competición que él proyectaba de forma inconsciente hacia afuera, pues al ser un frustrado ni era lo que decía y debido eso si, a su ambición de ser, ni eso de ser un maestro era para tanto, ni los maestros que yo he conocido tienen esa idea de si mismos.
Al verte señalado constantemente de ser de una casta inferior ya no disfrutas de tu oficio, y claro, eso era según él porque habiendo nosotros desarrollado ambición de ser no podíamos ser felices con nuestra humilde profesión. ¿Pero pedazo de ...? Como vamos a ser felices si no podemos relacionarnos con nuestro entorno profesional adecuadamente y si encima cuando despuntamos en algo ya vienes tú a quitarnos el mérito. No hay nunca recompensa, te sientes mal, y es por tu culpa.
De verdad que has ocupado tu tiempo en tareas para nada correspondiente a un maestro cualificado. Mirando todo el rato a los demás y criticándolo todo, vaya que alguien fuera a brillar en alguna faceta y dejarte en segundo lugar. Farsante y mentiroso, que ni eres maestro ni eres nada. Nadie te dió esa función, simplemente te la agenciaste con mentiras y estrategias.
Cuando he hablado con maestros cualificados de verdad, además de estar tranquilo con ellos, te das cuenta de que no se lo tienen nada creído. Ellos simplemente al tener poco ego, admiran las cualidades de los demás, no sufren como tú ni tienen que ir demostrando nada, están tranquilos. Tú no, volcado en lo externo por tu soberbia no haces mas que daño. Menuda renuncia al mundo practicas, soberbio y pecador. Y por sino es poco encima cometiendo abusos sexuales, si es que lo tienes todo, deberías postrarte como hicimos nosotros y empezar a confesarte.
Como decía San Bernardo, que grande es la virtud y la humildad que hasta la maldad quiere imitarla.
Como no soy un maestro ni quiero serlo, ni busco seguidores, ni voy de santo por la vida puedo decir una cosa:
¡Paso de ti!.
¿Donde está mi ambición de ser? Ahora podría montarme mi rollo, si soy tan soberbio como dices. ¿Donde están mis seguidores, donde doy enseñanzas, donde está todo eso que decías que yo tenía?. En ninguna parte.
Y es que una vez un buen amigo que conoce las sectas me lo dijo una vez:
Aunque conozcas el control mental y quisieras montarte tu secta no podrías, no eres un hijo de .... No puedes estar tranquilo quitando la novia a otro, ni su casa, ni su dinero ni su vida. Te comes el coco y aún tienes consciencia...el peso de la consciencia.
Para hacer lo que tú has hecho no basta con solo saber manipular, hay que tener un corazón duro como una piedra, y mira, mirándolo por ese lado, esa si que es tu función, la de ser un grandísimo hijo de ... Por ahí si eres lo que eres.
Que malos recuerdos, vaya estela de sufrimiento vas dejando por donde pasas, cuanta gente herida que he conocido has dejado hecha polvo por ahí. Todos tienen barbaridades que contar. Vete a sermonear al carajo, subnormal, y sigue grabándote tus maravillosos discursos, que por otro lado, no le importan a nadie salvo a los cuatro reventados que aun siguen contigo y que desgraciadamente no han tenido ni el coraje ni la ayuda necesaria para salir de tu antro de mierda.
Enviado, mi agenda es "superior a la de un santo", asceta, fundador de un linaje nuevo, divinidad "tántrica", ja,ja....¡vete al carajo!, que cada vez que alguien que ha salido de tu asquerosa secta me cuenta algo me hierve la sangre de indignación. Pobres hermanos y hermanas que condenaste al infierno, amenazaste y maldeciste, puto cabrón...
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