jueves

54ª Comienzo de la Rebelión




"Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza"

  Dante Alighieri




Después de la expulsión de Ralph y la tenaza que suponía el hacer los cambios de forma imperativa estaba viendo que ya mis días en la secta iban a acabar. Si antes había tenido rebeliones y desobediencias pero aun asistía a las enseñanzas y labores de ayuda, ahora ya estaba tomando una decisión: Me tenía que ir y tarde o temprano habría de enfrentarme a una ruptura con todo lo que ello suponía. Por otro lado le había dicho al líder que ya no quería recibir mas enseñanzas y de alguna manera le estaba acotando su campo de acción en esa cruel batalla intelectual.

Profundizaba cada vez mas en los libros sobre sectas y por otro lado empecé a entrenar otra vez, desobedeciendo los dictámenes del líder que me dijo que no entrenase porque según el me producía vanidad.

Empecé a hablar con mi pareja, con la que no debía estar porque era una mujer moderna y por ende la Gran Prostituta del Apocalipsis, del tema del grupo. Hasta ahora no le había contado nada pero poco a poco me fui soltando.

Uno de lo temas que le comentaba mucho era el asunto de que el líder decía que el lama fundador del centro budista se había dejado influenciar por sus seguidores y por tanto no era recomendable ya tratar con ellos. La conclusión que fuimos sacando es que era bastante improbable que un lama de ese calibre acostumbrado a tratar con personalidades importantes y de nivel mundial se dejase influenciar por unas mujeres resentidas. Ese fue un tema muy importante (recordar capítulo de la legitimidad del líder) ya que si el mismo lama fundador tenía un concepto contrario de él todo cambiaba.

Otra cosa que volví a hacer fue rezar y meditar, al menos un poco, desobedeciendo las ordenes del líder que me prohibió hacer prácticas porque tenía soberbia espiritual.

Al acusarme de tener vanidad y sentirme especial, hice un razonamiento muy útil: Si yo no quería ser especial porque ello era malo y no quería tener vanidad, ¿que me hacía tan especial que no pudiese ser víctima de un manipulador?. Miré las estadísticas de víctimas de sectas, y había unas 500000 personas afectadas por sectas en mi país. Pensé, ¿porque yo no iba a ser una de ellas?. A fin de cuentas no era especial, era un ser ordinario y como tal no estaba libre de ser engañado.
Con el tiempo me he dado cuenta que la soberbia es una gran estrategia de manipulación. Si una persona se siente especial es muy difícil que reconozca que está siendo engañado. En el capítulo anterior explico como un perverso narcisista tiene como función pervertir, o sea, promueve entre otras cosas la soberbia, y el sentimiento de pertenencia a una élite que promueven las sectas es indispensable para esto. 

Sentirte elegido y conocedor como en nuestro caso, de los secretos de la modernidad era una causa de ser "especial". Recordemos por otro lado que él como interpretador de sueños y signos se reconocía como sabedor de los misterios de la iniquidad ocultos en el mundo moderno que era en si mismo el reino del anticristo, y por tanto los otros linajes estaban mas o menos perdiendo el tiempo con prácticas formalistas que no quitaban el ego abominable producido por las costumbres y hábitos de la modernidad.

El sentimiento de exclusividad, de ser élite y de ser conocedores y partícipes de su oscuro secreto no hacía más que provocarnos un tipo de ego que él mismo después utilizaría para acusarnos de tener soberbia (el pozo del pecado) pero sacada de contexto y sin reconocer que esa soberbia (que yo llamo negativa porque estábamos machacados y éramos sumisos, menos por mi parte en mis rebeliones) realmente no era de creernos maestros, no, sino que provenía de allí mismo y de su misma influencia y perversión.
Si fuésemos aquello que él nos decía evidentemente no estaríamos obedeciendo y aguantando toda la carga e inestabilidad emocional que sentíamos allí. Y menos aún, el renunciar como casi todos hicieron, a casi todo: amistades, compañías, bares, novias ,caprichos...Lo que hubiésemos hecho es lo que hizo él, o sea tener vicios y al mismo tiempo creernos maestros, y no consolarnos de vez en cuando con alguna comidilla o el placer de ver un partido de fútbol, pero eso sí, con los integrantes de la secta, vaya alguno a saborear en demasía el placer de hacer lo que te apetezca, cosa que estaba totalmente desaconsejada en la vida que nos proponía, vida en la cual el deber estaba por encima de nuestras inclinaciones.
Ante tanta carga es normal que el único consuelo al final sea: bueno al final al menos conocemos cosas que otros no saben y encima vamos por el buen camino, cosa que ayuda a sentirte exclusivo y a dar al menos un sentido a tanto esfuerzo.

Al tener todo este lío mental, mas el ego secreto de ser elegidos, más por supuesto todo el bombardeo de enseñanzas y horas de trabajo, todo esto no hacía más que impedir ver el hecho sencillo de que podríamos ser manipulados, pero por él mismo, y no por la mujer moderna y toda la modernidad en sí misma.

Por contrario al volverme cada vez más insumiso y rebelde, la humildad verdadera iba tomando forma. Dejar ese ego de élite fue una tarea que fui haciendo, primero de forma casi inconsciente, y después de una manera mas reflexiva y analítica.

La rebelión implicaba una pequeña liberación, pero solo minúscula, pues la segunda mente educada en la secta no hacía mas que provocarme una lucha agotadora donde yo mismo me acusaba a mi mismo de ser un traidor y pecador. Yo era mi mismo campo de batalla y yo mismo me auto-culpaba de mis desobediencias y traiciones, no hacía falta que él estuviera presente, simplemente aparecía de forma obsesiva en mi mente.

Cuando en mis averiguaciones sobre el mundo sectario encontré en los medios de comunicación a un experto en sectas, di lo que sería ya el último paso para marcharme de allí. Pero eso sera motivo de un próximo capítulo. Aún quedan cosas que contar, una cosa es pensar en marcharse y otra es hacerlo, y es ahí donde te das cuentas y sufres lo que es abandonar una secta destructiva. 

La rebelión implicaba estar directamente ya en el décimo grado de soberbia del tratado de San Bernardo, o sea, un estado mental de pecado inmenso y casi irreversible. Ello como él nos enseño nos encaminaría a la muerte espiritual y por tanto a la condenación eterna por habernos rebelado y dañado al enviado y santo puesto por Dios que abnegadamente había venido a este mundo a ayudarnos y salir de la rueda de sufrimiento.

La Rebelión implicaba un profundo dolor y desasosiego interior que intentaba paliar con pequeñeces como hacer una barbacoa o jugar a videojuegos. Sufría mucho, inmensamente, y una vez mirando un monumento budista pensé que el dharma no podía ser tan terrible. Me iba a pasear desconsolado buscando una paz que no tenía mientras sentía una soledad que ninguna compañía lograba atenuar. Estaba en guerra interior y en guerra con el líder, y pedía a Dios que me sacase de ese estado, pero no sentía el amor ni la amabilidad de Dios, todo eso había sido pervertido por esa monstruosidad de ser que realmente era el líder. 

En un libro de Steven Hassan él mismo dice que Dios no es feliz en las sectas, y puedo constatar que es totalmente cierto. Todo es acusación y dolor, sobretodo si eres insumiso. 

Tengamos cuidado de porque puerta entramos ya que de algunas es muy difícil salir.

Por otro lado creo que el líder me daba ya por perdido, e incluso, podría pensar que mejor liberarse del problema que yo le suponía. Cambió totalmente el tono conmigo y me daba las gracias por los que serían ya las últimas tareas de ayuda antes de irme definitivamente. Yo le retaba con la mirada y era contestatario, él lo sabía, y se guardaba mucho de provocarme directamente. Era algo que él conocía muy bien, en su larga vida de manipulador se había granjeado muchos enemigos. 
No todo es un camino de rosas para un manipulador, la hermosa flor tiene un tallo de espinas y si las coges mal te hiere. También él sufre, y bastante, pero es sufrimiento no reconocido, no viendo cual es la causa de ese sufrimiento que proviene de su mundo depredatorio.

Es un mundo sin paz, que él mismo se había buscado. Problemas y obstáculos a su ambicioso plan que en ningún momento estaba dispuesto a abandonar, porque renunciar a ser una divinidad y sentir la pleitesía de sus acólitos es algo que engancha mucho. Y es que el poder es un fruto sabroso y amargo al mismo tiempo que nos ata más y más a la rueda de sufrimiento de la mundanidad. Bajarse del pedestal y convertirse en solo un ser ordinario debe ser una verdadera muerte para un personaje de tal calado acostumbrado a pensar de si mismo que es un santo y enviado, cosa que en su auto-engaño se cree. Peligrosa es la soberbia que se cuela en la mente y nos seduce. 

Como un buen amigo nos dijo una vez:

La seducción atrae hacia lo bajo y la belleza hacia lo alto, y el líder era un seductor nato, y un seducido al mismo tiempo por su soberbia. Un ser contradictorio y volcado en lo externo, atrapado en el ego ilusorio pero en un grado elevado. Atrapado en su dualidad como me dijo un buen sacerdote, no hacía más que sembrar las semillas de frutos duros y amargos que en su florecimiento darán sufrimiento, dolor y desesperación. Y es que nadie escapa a las sombras del pecado, pero del real, por eso es bueno aprovechar nuestro tiempo y ayudar a los demás y por supuesto dejar de hacer daño, ya con esto último nuestra vida cobrará un sentido, y es que dejar de dañar es algo que no es tan fácil. 

No seamos por tanto muy ambiciosos, si ya hay cosas que hacer, pero a lo mejor no son tan relucientes sino más sencillas. Dejar un buen recuerdo en nuestros compañeros del viaje de la vida sean personas o animales que también sienten y mucho, y reconocer que aquí solo estamos de paso y que hemos tenido como regalo el don de la existencia y el regalo de la libertad de elegir, ese regalo dado por Dios que no debiera quitárnoslo nadie, pues nadie está por encima de Dios y si él nos dio la libre elección sabiendo que existe la posibilidad de que nos equivoquemos, ¿porque nosotros hemos de negársela a nadie?.
El regalo de Dios, no tiene apego al resultado, pues es desinteresado, por eso es Dios. Pero él que calcula doy esto  para conseguir esto otro, y entra en esa dinámica, mal empieza a andar. La generosidad es una virtud tan hermosa que lleva hacia la felicidad, dar amor sin esperar nada, solo porque amas y te importa ese ser. 

Evidentemente en mi oscura etapa de rebelión yo no pensaba así (que no quiere decir que me sienta generoso por otro lado), estaba hundido en mis cavilaciones y luchas, en el campo de batalla de mi maltrecha mente herida, estaba saliendo de una secta destructiva. 

Quedaba muy poco para irme, y ya ni las pesadillas ni el dolor me iban a apartar de mi objetivo: Escapar de allí.

















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