78ª La muerte de mi Padre

Este es un capítulo difícil. La muerte de mi padre ocurrió en el penúltimo año de mi estancia en la secta, después de que el líder supera que tenía novia, pero antes del episodio 51ª La expulsión de Ralph. 

El fallecimiento de mi padre añadió más tristeza a ese fatídico año 2012. Murió si avisar, fui a verle una hora antes (ya vivía en la otra ciudad con mi novia) y cuando llegué de nuevo a casa mi madre me llamó, a mi padre le estaba dando un infarto. Cuando volví de nuevo ya había muerto, los servicios de emergencias no pudieron hacer nada. Se lo llevaron a las horas en un saco con una carretilla, todo fue tan duro y frío...antes estaba y ya no está. 

Llamé el líder para decírselo, y en vez de ayudarme me dijo que no tuviera esperanzas por su alma...que hijo de puta era este falso guru, nunca olvidé ese gesto tan malo que tuvo conmigo. Y encima en ese año ( que coincide más o menos con las penúltima entrevista cap 48ª Estado de Guerra), me había prohibido hacer prácticas y rezar debido a mi soberbia espiritualm así que yo no podía rezar por mi padre que además estaba sin posibilidad de salvación según el perverso este.

El caso es que el entierro fue al día siguiente y el líder insistía venir. Voy a explicar este punto porque creo que es importante:

-Quería venir por un lado para apuntillar mi aislamiento y culpa con su presencia y no dejarme descansar ni en ese día.

-Porque al haberme dicho que no había esperanza tenía que parecer luego compasivo para que así tengan más efectos sus palabras anteriores, esto es el tema premio-castigo de las sectas y el tema ese de enmascarar sus intenciones oscuras. 

- Y también, como buitre carroñero que es, sabía que después venían las reparticiones de la herencia. Si me desestabilizaba y aislaba mucho podría conseguir alguna tajada de algún conflicto entre familiares de la herencia. Sobre todo a la casa nueva que el líder sabía donde estaba y le había hechado el ojo, con su falsa modestia (me di cuenta después de ese detalle). Y esto se que es así, porque ya antes había conspirado y conseguido bienes de otras personas. ¿Creéis que un psicópata cambia en algo alguna vez?.


Yo le dije que no viniese, que no se molestase en venir. Pero el tío vino, y yo no tenía ganas de verlo. Eso sí, no se atrevió a entrar en el tanatorio, dentro estaba mi novia y había venido un lama tibetano amigo de mi madre y que conocía de verlo un poco a mi padre. 
Este detalle del líder me extrañó, ¿de que tenía miedo?. ¿De mi novia?, ¿del lama GT?.
Así que vino a verme en el aparcamiento externo del cementerio. Cuando llegaba en la furgoneta, que era conducida por el señor C, venía bebiendo uno de esos bebedizos que tomaba por su débil salud estomacal en un jarrillo de latón. Como siempre hacía, intentaba parecer sacrificado, era su puesta en escena habitual. Malito, cansado de ayudar a tanta gente, venía con su jarrillo...a terminar de joderme el día claro.

El caso es que en vez de hundirme por todo, estuve fuerte y enérgico en mi hablar, sin abatimiento. Esto debió de fastidiarle bastante, quizás por eso no quiso dejar caer nada malo salvo por lo que he dicho antes de su estrategia: Premio- castigo, dureza- compasión fingida...ect .

Me ayudó mucho ver que el lama GT, rezaba por mi padre allí mismo, eso debió de joder al líder porque le dije que lo estaba haciendo dentro del tanatorio. Y pensé a los días posteriores, pues si GT reza, ¿porque yo no?, ¿que pasa aquí?...yo paso del líder y rezaré por mi padre. Lo que pasa es que la culpa funcionaba en los días posteriores de forma automática y los rezos los hacía con muchos obstáculos internos*.

Ni el día del entierro de mi padre, la secta me dejó en paz...en los meses posteriores bebí mucho wisky...todo era insoportable.


*Esos obstáculos solo se quitan haciendo el trabajo interior de recuperación y de desmontar el engaño de la secta. Por mucha voluntad, fuerza y rebeldía que uno ponga, sino hay ese trabajo, la culpa sigue después. No es cuestión de fuerza...es de valor de aceptar que existen estas oscuras realidades. Esa es la verdadera fuerza...