miércoles

47ª Desesperación


Después de un tiempo sin escribir vuelvo a escribir sobre aquellos años en la secta destructiva. Después de recordar el tema del "pozo del pecado" y toda la trama acusadora tejida por él hoy hablaré de unas de las características típicas de las sectas destructivas:
La exigencia de pureza, que se traduce en este caso en que  nunca llegarás a nada y siempre estarás saliendo de los pecados.

Después de una década de confesión diaria en la práctica de purificación y confesión que el líder me sugirió que hiciera. Después de diez años, sin faltar ni un día a mi confesión, a esa práctica budista heredada de un linaje de verdad, después de hacer 35 postraciones diarias en el suelo y sentarme a reflexionar sobre mis faltas, sobre mi pasado, sobre mi vida...después de diez años yo estaba, según él, caído en el abismo del pecado. Por una mala interpretación de un sueño que tuve él llegó a esa conclusión.

Aquel día del año 2013, me vine abajo. Todo mi esfuerzo de tantos años no había servido para nada. Estaba, si no le ponía remedio, en el infierno, en el abismo, integrado en la modernidad como me dijo.
La negrura que sentí en aquella maldita entrevista, una de las últimas que tuve antes de marcharme de allí, fue terrible. 
Me desesperé y su conclusión es que mi desesperación encima venía de mi soberbia. No venía de sentir que todo mi esfuerzo fue para nada, no venía de ya no creer en un Dios bondadoso, no venía de no ver ya el perdón de Dios Padre, no...yo era el culpable. Yo he fallado, yo me auto-engañado (como me decía), yo me he creído que avanzaba y ¡solo tenía vanidad!. Él me dijo me dijo que solo con su ayuda podría salir de ese terrible estado, ya que estando como estaba en el pecado no podía conocer  debido a mi caída el camino hacia mi salvación: Solo alguien fuera del pecado como él, me podría ayudar a salir, y como el único maestro válido por destino era él, pues solo haciendo lo que el me pidiera podría salvarme. 
Estaba sintiéndome atrapado, condenado sino hacía lo que decía, debería abandonarlo todo, a mi novia también, eso seguro. Ella era del mundo moderno según la secta, yo estaba en peligro, no había conseguido nada, estaba desesperado. Además durante un año y medio le oculté mi relación con ella, relación que no aprobaba.

La puerta del abismo ya se había abierto, después de esa entrevista no vendría mas que la guerra mental, la guerra interior en su fase mas violenta. Me sentí profundamente agredido, es una agresión interior que solo te pueden producir gente de esa calaña, gente manipuladora y perversa, pero yo aun no lo entendía.
Solo me quedaba una cosa además de someterme: La Rebelión.









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