"Algunos se imaginan ser libres y no ven las ataduras que los aprisionan"
J.M Buckert
Enseñanzas sobre ética, retiros de fin de semana, esfuerzo por parte de todos, charlas de horas y horas sobre dharma (enseñanzas) y también las reuniones del consejo con el líder y sus acólitos mas cercanos...horas y horas que suman días que suman semanas y meses y así fueron pasando aquellos primeros años en la secta. Es difícil comprender aun para mi, todo ese esfuerzo para conseguir solamente algo que precisamente en el futuro comprendería que no tenía nada de espiritual.
También aderezado con todo esto había algunas salidas a la playa a bucear con el líder y algunos de sus acólitos de primera fila. Una técnica de captación que tiempo al salir de allí me he informado que hizo con otros hombres. Todo aparentaba un ambiente de camaradería, aunque nunca me dejo de acompañar en mi vida allí, una cierta angustia y nunca sentí que ellos fuera mis amigos.
El sentimiento de ser el "menor" y de "marginación" de la reunión del consejo mas algunos gestos molestos para mi por parte del señor C, el monje y el otro acólito principal que llamare JP no me hacían sentir a gusto.
En las tareas de ayuda cuando iba a trabajar al local de manualidades y al almacén, el señor C me llamaba "chiwi" sacado de una película de broma o algo así, tenía el significado de aprendiz. Tengo que reconocer que no me sentaba muy bien, pero me lo tomé como un sistema para quitarme el ego y la importancia personal.
Fui viendo que dentro de allí había una jerarquía mas o menos. JP era en tono distendido reconocido como Jefui (Jefe), el señor C era "Jefui de segunda", el monje era también chiwi...pero todo aquellos estaba rodeado de un carácter distendido y humorístico, hacían bromas entre ellos, el monje muchas veces decía de broma "Jefui de primera o Chiwi, nunca Jefui de segunda" porque al final el Jefui de segunda era el que más pringaba con trabajos y cosas.
Todas estas cosillas le venían de perilla al líder claro, y por eso no se entrometía. Estos tres acólitos le hacían mucho trabajo de propaganda, sobre todo misógina, para sus fines. Le daban cuerpo a la secta y autoridad al líder al cual obedecían en todo y reverenciaban.
En esta fase de la secta al señor C no le había tocado aún ser machacado de forma definitiva con la acusación de ser un hipócrita y perverso narcisista, así que para el y ellos la cosa parecía ir bien. Estando integrados en la secta (línaje) parecían un grupo cohesionado, mientras yo me sentía aparte, necesitaba dada las circunstancias de mi vida ser reconocido en algo. Craso error, ese lugar iba a ser el menos apropiado para ser valorado en algo, como en un futuro pude comprobar.
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